Si vives rodeado de mujeres bellas, elegantes, sencillas, delicadas, fuertes, amables, estrictas, renegonas, chismosas, engreídas, lloronas, "autohumillables", quejosas, observadoras (fijonas), demoronas y mandonas, este blog te permitirá conocer a una más.

El recorrido será largo, desde los cambios emocionales típicos de una fémina, hasta aquellos detalles que te harán suspirar y llorar -incluso si eres hombre y te alucinas un súper macho-. Cada relato te enseñará una nueva lección.

Puede que este blog te ayude a comprender a esa chica con la que sueñas o , todo lo contrario, confundirte aún más. De algo estoy segura, por lo menos al ser escrito por una mujer, las chicas siempre tendremos la razón.

Quiero enseñarte ese camino que me permite agradecer a Dios por su inmenso amor, por ser mujer y por sobre todo: perdonar a esta cosmopolita.

Si tienes alguna sugerencia, escribe aelperdondelcosmopolita@gmail.com

jueves, 8 de julio de 2010

NO TE CARGUES, ELLOS TE QUITAN UN PESO DE ENCIMA.

En ocasiones es muy difícil para nosotros trasladar un paquete, es muy pesado cargar a nuestros hijos de 5 años, o incluso llevar las pesadas bolsas de compras que hacen las mujeres de la casa. Pero los cargadores de los mercados no se quejarían ante esto.
Estos súper hombres viven del peso. Viven de la carga. ¿Habrá algún secreto para tan grande fuerza? O ¿serán seres súper dotados por un poder divino?
Por Stephania Palomino

Moisés Cárdenas carga 1,500 kilos al día, 46,500 al mes y 558,000 al año. Pero si esto no le sorprende, considere entonces que él tiene 70 años.
Don Moisés es un hombre menudo, de cabellos semi-plateados, no alcanza el 1.60 metros de estatura, pero carga tres veces su peso en casi 5 minutos y sin esteroides, ya van ‘solo’ 30 años desde que inició esta rutina casi diaria.
Los cargadores de mercados, son una especie de súper héroes de la realidad, que poseen una coraza de fibra que al solo verlos nos debilitan.
Don Moisés no es la excepción. Carga más de dos costales al hombro de 100 kilos cada uno. Una faja enrolla su bien pronunciado y casi fibroso abdomen. Toda una envidia para un adolescente que añora poseer esa consistencia física. Ésta faja le sirve para proteger su columna. Un mandil y una especie de tunante lo cubren de ese polvo que a las justas le arranca un estornudo. Él ya se ha acostumbrado a este trabajo.
“La alimentación es importante”, comenta. “Un jugo de naranja antes del desayuno, tu quinua con leche, una sopa de mote y trigo son muy buenas”. –Estoy anotando con el más grande de los esmeros. Como buscando revelar su secreto, como buscando el elipsis de la vida-.
En ocasiones, don Moisés recibe la ayuda de una especie de carretilla, que levemente aflojan esa pesada carga de costalillos y canastas.

COBRANDO LAS FUERZAS.
El frio invernal no impide que este ‘Hulk surquillano’ se levante a las 4am para encomendar por su día. A las 6am ya está en el mercado que queda a pocas cuadras de su casa.
El colorido mercado San Felipe en Surquillo es su centro de trabajo. Cada saco que él carga sobre sus hombros pesa 100 kilos, por cada uno de ellos cobra solo un sol. Y por las canastas de frutas 0.50 céntimos.
Es hora de tomar un nutritivo desayuno, tal y como lo dijo “el jugo de naranja es importante” una quinua y un pan lo acompañan. Ahora con mayor energía se dispone a iniciar esta pesada jornada, que durará hasta las 10.30am.
Mientras carga los costales, tiene mucho cuidado de lastimar a los pequeños del mercado, esos niños y niñas hijos de los comerciantes y dueños de puestos que en ocasiones corren descalzos buscando algo con que gastar su casi libre tiempo. Don Moisés siempre saluda, en especial a los adultos mayores, es que su fortaleza interior se exterioriza. Él no parece de más de 60 años.
Al día carga aproximadamente 10 sacos y 8 canastas. Ganando entre 14 y 20 soles diarios. Algunas de sus caseras saben de la dedicación que Don Moisés pone en cada costalillo que carga, el cuidado de no maltratar la mercadería, por eso en ocasiones recibe una ‘propinita’ extra.
Es difícil entender por qué tan grande desgaste físico cuesta tan poco. ¿Le gusta su trabajo?-pregunté- Don Moisés sonríe como sintiendo compasión ante mi inexperiencia. “Mis hijos me han dicho: papá ya no trabajes quédate en la casa. Pero la casa tiene cuatro paredes. No me gusta estar encerrado. Y si tú has trabajado desde los 9 años como yo, no puedes dejar de hacerlo”

SANTOS CARGADORES
Moisés es natal de Huánuco, mientras lo escucho hablar puedo notar ese peculiar acento que orgullosamente muestra. Su nombre le cae como anillo al dedo. Él diariamente ora pidiendo a Dios que bendiga su trabajo. Sus caseras y caseros ya saben de su fe. Por eso no sorprende que sea llamado ‘hermano Pablo’.
Quizás la honradez que conlleva una vida religiosa ha creado en sus clientes esa confianza que poseen hacia el ‘hermano’. Parece que lo viernes y sábados su oración se hace más efectiva, pues en esos días es dónde las ganancias son mejores. En cambio los lunes en el que sus caseros regresan de un arduo festín al estilo de Sodoma y Gomorra, muchas veces la resaca impide que compren la mercadería.

Ya van a ser las 10:30am a esta hora Don Moisés debe ir a su casa a descansar, él se siente fuerte, admite que no está cansado. Pese a que el sudor recorre sus mejillas y las sonroja como los tomates que él carga.
Hay peores cargas en la vida, Don Moisés ha sabido sobrellevar cada una de ellas. Antes de terminar le pregunto hasta cuándo piensa continuar en este trabajo. –Vuelve a sonreír- “No lo sé. Todavía tengo fuerzas”. Rió.

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