una caída ocasionó mi cicatriz
las cicatrices son esas marcas horribles que reviven dolorosamente ese momento en que alguna vez caíste , fallaste, fuiste herida.
las cicatrices siempre estarán allí.
vuelvo a ver mis rodillas, no puedo evitarlo las lágrimas inundan mi ser , lo ahogan. Sigue allí esa marca, ese signo de algo que fue, de un tropiezo, de una caída, de una herida.
quiero cegar mis ojos ante tal recuerdo. Fallé lo admito y sé que fue mi afán el causante de mi desgracia, de mi tropiezo, de mi herida, de mi cicatriz.
Aceptaría una marca producto de una travesura o de un inocente juego infantil de un niño en plena exploración.
me advirtieron, debo reconocerlo. No obedecí. caí.
Las lágrimas no podrán borrar esa cicatriz, las huellas físicas tal vés se borran o se descomponen cuando el cuerpo torna al descanso eterno. Las del alma perduran astillandote la vida, hasta -No lo sé-.
En esta oscura reflexión me atrevo a buscar aquella dosis que borre mi cicatriz, una especie de elipsis de la vida, una especie de tesoro imaginario. una especie de algo desconocido que dé paz a mi atormentada alma.
Busqué, recorrí países , pueblos, ciudades, distritos, calles. Recorrí y no lo hallé.
Consulté, sabios, doctores, magistrados, eruditos, profesionales. Consulté y no lo hallé.
Cuando caí al hondo de mi desesperación, cuando la muerte se presentaba como el mejor aliado cuando baje la mirada, no pude evitar ver mi cicatriz. Lloré. Decidí no buscar más y en mi agonía me humillé. Rogué al ser supremo me de la dicha de encontrarlo. Lo encontré.
Comprendí que siempre estuvo allí ,era la gracia, ese don inmerecido, ese don supremo, ese amor que borró mis faltas, ese amor que mis cicatrices borró , esa crema mágica restauradora de vida.
Ese perdón que se asomó a mi corazón y cumplió su labor. Ese perdón que solo proviene de un ser mágico dador de vida.
vuelvo a ver mis rodillas no puedo evitarlo, las lágrimas inundan mi ser, lo ahoga de una paz indescriptible ya no soy esa flor marchita cuyos pétalos volaban arrastrados por el soplo de un viento llamado cicatriz.
Hoy lloro, no por esa cicatriz, sino porque Dios me perdonó y hoy también me perdoné a mi misma.
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:)
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