Si vives rodeado de mujeres bellas, elegantes, sencillas, delicadas, fuertes, amables, estrictas, renegonas, chismosas, engreídas, lloronas, "autohumillables", quejosas, observadoras (fijonas), demoronas y mandonas, este blog te permitirá conocer a una más.

El recorrido será largo, desde los cambios emocionales típicos de una fémina, hasta aquellos detalles que te harán suspirar y llorar -incluso si eres hombre y te alucinas un súper macho-. Cada relato te enseñará una nueva lección.

Puede que este blog te ayude a comprender a esa chica con la que sueñas o , todo lo contrario, confundirte aún más. De algo estoy segura, por lo menos al ser escrito por una mujer, las chicas siempre tendremos la razón.

Quiero enseñarte ese camino que me permite agradecer a Dios por su inmenso amor, por ser mujer y por sobre todo: perdonar a esta cosmopolita.

Si tienes alguna sugerencia, escribe aelperdondelcosmopolita@gmail.com

jueves, 20 de mayo de 2010

Su primera vez con el Queirolo

El Queirolo ha dejado de ser una taberna de antiguos intelectuales para convertirse en el albergue de muchos jóvenes que quizá hoy son los eruditos del futuro, un futuro que aún es incierto así como el de este bar. Una asombrosa visita a una bodega que mezcla, alcohol, platos a la carta, tradición y modernidad.

Por Stephania Palomino

Sin necesidad de entrar al Queirolo podemos escuchar ,las risas, carcajadas y chistes de muchachos que chocan alegremente sus vasos de cerveza, al ingresar no muy lejos de ellos encontramos a viejos intelectuales, quienes brindan con coñac y critican los movimientos exagerados de la juventud de ahora,”En mis tiempos los jóvenes no….”esa es la frase recurrente, aunque muchos de estos señores ya se extinguieron, mozos y veteranos se mezclan en el cruce de jirón Quilca con Camaná, una zona marcada por la delincuencia y un penoso olor a pobreza.

Esa taberna llena de historia y tradición, que fue fundada en 1920 por Victorio Mosto y Margarita Queirolo, le daba la bienvenida.

Un agradable olor a cau cau casero, lo recibía y lo invitaba a entrar a los dominios de esta tradicional Bodega, en sus inicios el Queirolo no era denominado como tal, hasta el año 1957 se le llamaba la florida.

Fue en 1958 que Ernesto Queirolo, hermano de Margarita, toma la batuta de este bar., que con el tiempo, en los años 60 y 70, pasó a convertirse en un espacio de concentración de poetas y otros intelectuales.

Más adelante Oscar Queirolo, hijo de don Ernesto, cuidaría de esta tradición familiar.


Uno de esos muchachos Se sentó, el ambiente mostraba un claro contraste entre tradición y modernidad, mientras que por un lado la estructura de esta taberna reflejaba el paso de los años, por otro se podía apreciar un flamante televisor plasma de 42 pulgadas. Sus 40 mesas no estaban ocupadas por completo, él y sus amigos habían llegado temprano, y pese a ser recién un cachimbo, ya se sentía todo un letrado. Este era el inicio de un íntimo encuentro.

El típico comensal “Queiroliano”

El Queirolo no discrimina a nadie, en sus dominios entran más de 300 personas, muchas paradas, sentadas, echadas y otras inconscientes por los estragos del alcohol. Sus 8 mozos y meseras deben hacer malabares para atender a sus exquisitos comensales.

El más antiguo de su personal de trabajo, es el cocinero quién labora por 35 años y es el que hace posible que el Escabeche del Queirolo haya sido reconocido por el chef Gastón Acurio, como el mejor escabeche de Lima.

En la actualidad ya son poco los poetas, historiadores que lo visitan regularmente, hoy el cliente del Queirolo es un universitario, empresarios jóvenes y jueces.

Quiénes regularmente gastan S/ 20.00 por persona, en las mañanas (en su mayoría los abogados) piden el tradicional cau cau, en la hora del almuerzo no puede faltar los menús criollos y en las noches, casualmente jóvenes universitarios, prueban el escabeche, sándwiches y los infaltables chilcano de pisco y la cerveza. Los licores son vendidos a media botella, botella y copa.


La hora Zero en la taberna.
Los jóvenes intelectuales de antaño, preferían el ron y también la rubia bebida de cebada.

Pero estos otrora muchachos, ya no vienen, muchos yacen bajo tierra y su único recuerdo es su producción literaria o intelectual. Entre ellos Juan Ramírez del movimiento Hora zero, quien era un asiduo cliente de esta taberna, Oscar Queirolo nos comenta que este literato era muy cómico; “cuándo el alcohol había hecho su trabajo en él, este tenía la típica costumbre de orinar camino al baño”.

En diciembre de 2009, se inauguró la sala “hora zero” con el fin de rescatar esa tradición que se suma a través de los años, entre los intelectuales que integraron dicha agrupación, se encuentra Maynor freyre Bustamante, escritor y periodista, quien recuerda con nostalgia las épocas en las que siendo un universitario disfrutaba del placer de visitar el Queirolo.

“Cuando estaba en la escuela a uno de mis compañeros de promoción se le antojó decir que con una copa de coñac uno se serenaba, así fue que conocí el Queirolo, desde entonces antes de dar un examen íbamos a esa taberna”

No es el único, hoy en el salón Hora zero del Queirolo, están grabadas sus firmas y palabras alusivas a eso tiempo mozos.

Eso tiempos que Oscar Queirolo extraña, hoy teme que esta histórica taberna muera, “mi hija Laura quizás siga con la tradición, aunque no la veo muy animada”.

Don oscar tiene un proyecto en mente, quiere inaugurar un anexo del Queirolo en otro distrito, hace tres meses ya lo había intentado en la avenida aviación, pero la restauración de pistas y veredas por entren eléctrico, se lo impidieron, él admite “nadie iría”.


Se despidió, Salió de esta taberna, ya había encontrado lo que necesitaba, quizá por un instante este muchacho había respirado aires de grandeza, excitante tradición y casi extinta sabiduría, su primera vez con el Queirolo fue inolvidable, pero debía regresar a su realidad.

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